En nuestro país, el código postal es un componente que define cuántas chances tendrá un argentino o argentina de progresar en su desarrollo personal. La gran extensión geográfica y la constante ampliación de los grandes centros urbanos del cordón central del país lo demuestran. En este marco, la existencia de una aerolínea de bandera como Aerolíneas Argentinas cobra un valor estratégico para nuestro país. Más allá de su función como empresa de transporte, Aerolíneas Argentinas cumple un rol social y económico fundamental, conectando regiones que, de otro modo, quedarían aisladas por la falta de rentabilidad para operadores privados. En este presente tan complejo, donde la palabra “privatización” es una constante, como la ausencia de conocimiento de sus consecuencias, te invito a hacerte un café, sentarte en el sillón y leer la entrega del día.
Hoy te presento: AEROLÍNEAS ARGENTINAS.
¿Qué es AEROLÍNEAS ARGENTINAS?
Aerolíneas Argentinas es la aerolínea de bandera de nuestro país, fundada en 1950 durante el gobierno de Juan Domingo Perón. La empresa ha desempeñado un papel fundamental en la conectividad y el desarrollo del transporte aéreo argentino desde su creación y esto tiene múltiples fundamentos.
El entonces presidente impulsó la creación de Aerolíneas Argentinas como parte de su política de desarrollo económico y fortalecimiento de la independencia nacional. Su visión para el país era la de una Argentina autónoma, industrialmente desarrollada y menos dependiente del extranjero por lo que la creación de una aerolínea de bandera se inscribía en este proyecto de soberanía, ya que garantizaba que Argentina tuviera una red de transporte aéreo nacional, controlada y gestionada por el Estado, en lugar de depender de aerolíneas extranjeras.
La creación de esta empresa también respondía al deseo de integrar y conectar el vasto territorio argentino, facilitando el transporte de personas y bienes a regiones que, de otra manera, habrían permanecido aisladas. Este acceso era vital para fomentar el desarrollo regional y económico, especialmente en áreas remotas del país, y para fortalecer la conexión entre Argentina y el resto del mundo. Además, Perón veía en la aerolínea una herramienta para proyectar la presencia de Argentina a nivel internacional, conectando el país con destinos clave en América Latina, Europa y Estados Unidos, y contribuyendo a posicionarlo como un actor relevante en el escenario global.
Así, el lanzamiento de Aerolíneas Argentinas era una manifestación de la política del justicialismo, orientada a consolidar un modelo de independencia económica y a construir una infraestructura nacional sólida, capaz de acompañar el desarrollo y crecimiento de un país en expansión.
Aerolíneas: una política de Estado
Durante la presidencia de Arturo Frondizi (1958-1962), Aerolíneas Argentinas experimentó un período de modernización y expansión en el marco de una política general de desarrollo industrial y modernización de la infraestructura nacional. Frondizi llegó al poder con un enfoque desarrollista, promoviendo la inversión y el crecimiento en sectores estratégicos para acelerar el desarrollo económico del país lo que incluía el transporte aéreo debido a la necesidad de integrar las economías regionales y conectar el país con el mundo.
En su gobierno, Frondizi incentivó la expansión de rutas aéreas, especialmente a destinos internacionales, con el fin de proyectar la presencia de Argentina en el exterior y fortalecer el turismo y el comercio exterior. Además, se incorporaron aviones de tecnología avanzada que le dieron a la aerolínea la posibilidad de competir con otras de capital extranjero. Esta renovación permitió que Aerolíneas Argentinas se posicionara como una de las aerolíneas más modernas de América Latina en ese momento.
En esos años, se promovió una política de cooperación con empresas internacionales generando asociaciones en el sector aéreo que potenciaron el crecimiento de la infraestructura aeroportuaria, y del propio transporte aéreo, contribuyendo a la consolidación de un pilar de conectividad para el país en un contexto de globalización económica emergente.
País en crisis. Aerolíneas en crisis.
En los años 70 y 80, Aerolíneas Argentinas enfrentó una serie de desafíos en un contexto político y financiero complejo. La empresa comenzó a sentir el impacto de la crisis de deuda que afectaba a todo el país, limitando su capacidad para invertir en modernización y expansión de una flota que venía sin recambio desde los años 60.
En estas décadas, la falta de recursos y las restricciones presupuestarias imposibilitaron mantener los estándares de servicio y calidad que la habían llevado a ser una de la Aerolíneas más importantes de américa latina. En ese contexto, la competitividad era imposible, especialmente en comparación con otras aerolíneas regionales que modernizaban sus operaciones y ofrecían mayores frecuencias de vuelos.
A fines de la década del 80, con la transición democrática, el gobierno de Raúl Alfonsín intentó implementar políticas para reactivar la economía y eficientizar la gestión de las empresas estatales. Sin embargo, la inflación y los problemas económicos persistentes dificultaron los avances en Aerolíneas Argentinas. Esta situación de crisis y deterioro en su funcionamiento fue un adelanto de lo que ocurriría una década más tarde…
¿Qué pasó en los 90?
Nada bueno. La privatización de Aerolíneas Argentinas tuvo lugar en 1990, durante el gobierno de Carlos Menem, en el marco de una serie de reformas económicas que buscaban reducir el tamaño del Estado, disminuir el gasto público y fomentar la inversión privada (oh casualidad… esto ya se ha visto). Aerolíneas fue vendida a la compañía española Iberia, en lo que fue uno de los acuerdos de privatización más polémicos de esa época, ya que Aerolíneas Argentinas era una de las empresas públicas más grandes y emblemáticas del país.
La privatización pronto mostró que lejos de solucionar los inconvenientes que se venían dando en la empresa, los profundizó. Iberia no logró inyectar los recursos necesarios para modernizar y expandir la aerolínea argentina. La falta de inversiones llevó a un deterioro de la flota, la reducción de rutas, la caída en la calidad del servicio, y la pérdida de posiciones competitivas tanto en el mercado nacional como en el internacional. Con el tiempo, la situación financiera de Aerolíneas se agravó, y la compañía acumuló deudas importantes que afectaron su operatividad generando una ola de despidos y grandes inconvenientes para continuar en funcionamiento.
En 2001, Aerolíneas Argentinas fue adquirida por el Grupo Marsans con el objetivo de rescatar una empresa que bajo manejo de capitales privados solo fue empeorando su situación. Para sorpresa de pocos, este cambio de dueño tampoco fue la excepción y los conflictos de nuestra aerolínea siguieron en ascenso hasta el año 2008.
¿Y qué pasó entonces?
Y si... el peronismo lo hizo de nuevo. La reestatización de Aerolíneas Argentinas en 2008 fue una medida tomada por el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner con el objetivo de ponerle un freno al deterioro de los servicios y la cancelación de rutas que afectaba especialmente la conectividad de las provincias más alejadas a Buenos Aires. Además, se buscaba retornar a los fundamentos que dieron origen a una aerolínea de bandera que no solo generara beneficios económicos directos, sino que sea un instrumento estratégico para el desarrollo nacional, conectando regiones del país que quedarían aisladas debido a su poca rentabilidad para operadores privados.
El Congreso de la Nación aprobó la reestatización y el Estado asumió el control de Aerolíneas Argentinas y de su filial de vuelos regionales, Austral. Desde entonces, la empresa ha operado recibiendo subsidios estatales para financiarse, renovar su flota y expandir sus rutas. Esto le permitió a Aerolíneas aumentar su oferta de vuelos de cabotaje, mejorar la calidad del servicio, y consolidar su rol como la aerolínea de bandera.
Desde que el Estado se hizo cargo de la
flota de Aerolíneas Argentinas y su
subsidiaria Austral, se han adquirido nuevos aviones de empresas como Boeing y Embraer para renovar una flota que se encontraba avejentada y obsoleta. Por otra parte, Aerolíneas contaba con rutas nacionales e internacionales y slots (espacios asignados para despegues y aterrizajes) en aeropuertos estratégicos. Al adquirir la empresa, el Estado recuperó estos derechos, incluyendo rutas clave que conectaban ciudades remotas en Argentina y destinos internacionales de gran importancia turística.
Por otra parte, se llevaron a cabo renovaciones de infraestructura y bases operativas en los distintos aeropuertos del país, mejorando las instalaciones de mantenimiento, oficinas y el centro de operaciones situado en el Aeroparque Jorge Newbery de Buenos Aires. Estas medidas fueron relevantes para conservar empleos y proteger los derechos laborales de los trabajadores de la empresa.
Por último, al momento de la reestatización, Aerolíneas Argentinas tenía una deuda significativa que el Estado tuvo que asumir lo que generó la necesidad de cubrir los déficits operativos y proporcionar subsidios para permitir que la aerolínea continuara operando y pudiera avanzar en la recuperación de sus servicios y en la expansión de rutas.
Privatizar no soluciona problemas. Los genera.
Como pudimos observar en los casi 80 años de vida de Aerolíneas Argentinas, en los tiempos en los que el Estado ha tenido objetivos claros en pos del desarrollo nacional y la conexión de distintos puntos geográficos del país, el rol y los resultados de la aerolínea de bandera fueron no solo claros sino positivos.
Los balances económicos que muchos defensores de la privatización citan para justificar su plan no contienen en sí el impacto indirecto que tiene en las economías regionales, el turismo y el empleo la existencia de una aerolínea nacional. En un país tan extenso como el nuestro y con tanta desigualdad, donde el código postal define si sos merecedor o no de progresar social y económicamente, el rol del Estado se vuelve cada vez más central, pero no para ordenar nuestras vidas e impedir el desarrollo libre de cada individuo sino para establecer las bases equitativas de condiciones para que la competencia meritocrática deje de ser una farsa romántica y pase a ser una realidad efectiva.
La empresa no solo simboliza la capacidad del país de mantener un servicio de calidad y alcance global, sino que también reafirma un compromiso con el acceso equitativo a la movilidad y a las oportunidades de crecimiento. De esta manera, Aerolíneas Argentinas se convierte en una herramienta de inclusión, al conectar a millones de personas con oportunidades en educación, trabajo y salud. Este valor se magnifica en un contexto en el que las distancias imponen desafíos para el desarrollo de las provincias, y donde cada vuelo es una oportunidad para que el potencial de la Argentina alcance su máximo esplendor, desde Jujuy hasta Tierra del Fuego, y desde Mendoza hasta Buenos Aires.
Aerolíneas no solo cumple ese rol de reducir distancias geográficas y motorizar la economía. Aerolíneas es parte del gran plan de desarrollo nacional que debemos defender, que supimos conseguir y que debemos recuperar.
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