La extensión geográfica de nuestro país no es una novedad y las formas en las cuáles se conectan esas largas distancias siempre fue un punto a considerar en los distintos gobiernos que llevaron adelante las riendas de nuestro país. El servicio postal argentino es, quizás, de los desafíos más antiguos y a la vez más disputados de la historia nacional. Como con tantas otras empresas, la privatización del correo en los 90´s no solo fue desprolija y negativa en sus consecuencias sino que dio origen a uno de los casos de corrupción y malversación más grandes de la historia de nuestro país que tiene, hasta el día de hoy, un protagonista esteler: Macri y el grupo SOCMA.
Hoy te presento: CORREO ARGENTINO.
¿Qué es CORREO ARGENTINO?
El servicio postal en el territorio nacional comenzó como tan en el año 1748, momento en el que las autoridades coloniales establecieron un sistema de mensajería para conectar el Virreinato del Río de la Plata con el resto del entonces Imperio español. Durante esos primeros años, el correo era administrado por las autoridades del Virreinato y consistía principalmente en mensajeros que transportaban correspondencia a caballo. En 1826, con la independencia, Bernardino Rivadavia creó el Departamento de Correos, que se encargó de organizar el sistema postal nacional dando así origen a la modernización del servicio postal argentino.
Los inicios...
A medida que la población crecía y se desarrollaba la infraestructura, el correo argentino experimentó una expansión significativa. A comienzos del siglo XX, el servicio postal se convirtió en una herramienta esencial para la comunicación nacional e internacional. Con la llegada del telégrafo y, más tarde, del transporte aéreo, el correo logró conectar diferentes puntos del país de forma más rápida y eficiente. Esta tendencia se mantuvo en ascenso hasta que en 1944, se fundó “Correo y Telégrafos”, un organismo estatal que unificó los servicios de mensajería y comunicaciones.
Perón. Siempre, Perón.
Durante el primer y segundo gobierno de Juan Domingo Perón, el correo se consolidó como una herramienta fundamental para la integración nacional y el desarrollo de las comunicaciones. Bajo su gobierno, se fortalecieron las conexiones entre las provincias y se llevaron a cabo inversiones en infraestructura postal, como la construcción de nuevas oficinas y la expansión de rutas terrestres y ferroviarias para el transporte de correspondencia.
Perón impulsó la mejora de los servicios públicos en general, y el correo fue considerado un eje estratégico para acortar distancias y facilitar la vida de cada compatriota. El crecimiento de los envíos postales reflejaba un país en expansión económica y con un creciente protagonismo del Estado en la prestación de servicios esenciales, el rol de la empresa de correos fue cada vez más central.
60s: Expansión y tecnología
La década del 60 fue testigo de un auge en las comunicaciones, gracias al desarrollo tecnológico y la creciente urbanización. El servicio postal experimentó una modernización gradual, adoptando nuevos sistemas para clasificar y distribuir correspondencia de manera más eficiente.
Se incorporaron los primeros sistemas mecanizados para la clasificación de cartas, lo que aceleró el procesamiento de envíos en grandes centros urbanos. Además, el correo aéreo se volvió cada vez más relevante para conectar rápidamente las regiones del país, especialmente las más remotas. Sin embargo, el crecimiento demográfico y el aumento de la correspondencia generaron una fuerte demanda de mayores recursos, generando desafíos para mantener la calidad de en un servicio que, una década tan inestable en lo político, no podía asegurar.
1970s: Demanda de expansión e inicios de la motosierra.
Durante los años 70, el correo argentino continuó expandiendo su alcance territorial, llegando a regiones más aisladas. Este período estuvo marcado por avances en la conectividad aérea y por la construcción de nuevas oficinas postales en zonas rurales.
Sin embargo, la década también estuvo marcada por la inestabilidad política y económica, que afectó la calidad de los servicios públicos. Con el regreso de Perón en 1973 y los cambios de gobierno posteriores al golpe de Estado de 1976, las políticas para el correo fluctuaron entre el fortalecimiento estatal y la contención de gastos. La infraestructura comenzó a mostrar signos de desgaste, y las restricciones presupuestarias limitaron la capacidad del correo para modernizarse. La dictadura militar bajo la presidencia de Videla no solo no consideró a este servicio como clave en el desarrollo nacional sino que cortó, de manera pronunciada, las partidas presupuestarias que durante la tercera presidencia de Perón se habían destinado para el crecimiento del correo.
1980s: Deterioro en tiempos de crisis
Ya con el retorno de la democracia el servicio postal enfrentó uno de sus períodos más complicados debido a la crisis económica en la que se encontraba sumergido el país luego de 7 años de dictadura militar. La inflación, la falta de inversión y los problemas operativos afectaron la calidad y la eficiencia del correo.
A pesar de estos desafíos, el correo siguió siendo un servicio esencial para las provincias y el sector empresarial, especialmente en un país donde las distancias hacían indispensable contar con un sistema postal confiable. Sin embargo, la falta de modernización tecnológica y los problemas de gestión provocaron retrasos en la entrega de correspondencia y una percepción de deterioro en el servicio. Se empezaba a cultivar la privatización…
¿Qué pasó en los 90?
Nada bueno. Durante los años 90, el Correo Argentino atravesó una etapa de cambios significativos, marcada por su privatización y por las transformaciones económicas y políticas que caracterizaron esa década en Argentina. Este período estuvo enmarcado por las reformas neoliberales impulsadas por el gobierno de Carlos Menem, cuyo objetivo era reducir el tamaño del Estado y transferir a manos privadas la gestión de servicios públicos.
En 1997, el servicio postal fue privatizado mediante una concesión otorgada al Grupo Macri, a través de su empresa Correo Argentino S.A. Este proceso formó parte de una serie de privatizaciones de empresas estatales, como Aerolíneas Argentinas, YPF y los ferrocarriles. El objetivo declarado de la privatización era mejorar la eficiencia, modernizar los servicios y reducir los costos para el Estado. Pero imagínense lo que pasó…
Bajo la administración privada del Grupo Macri, el correo pasó a operar con un modelo de negocio que, aparentemente, priorizaba la rentabilidad. Esto generó tensiones, ya que muchas de las oficinas y rutas no rentables, especialmente en regiones más aisladas, comenzaron a ser desatendidas o cerradas. Esto afectó gravemente la conectividad en provincias y zonas rurales, que dependían del correo para el transporte de correspondencia y paquetes esenciales. En nombre de la rentabilidad, se comenzaron a desmantelar las posibilidades de conexión entre los centros urbanos más importantes del país y áreas altamente alejadas de ellos desincentivando la permanencia de sus habitantes en estos pueblos. No se a ustedes, pero esto me hace acordar mucho al caso de Aerolíneas Argentinas.
Administración Macri: No esperaba nada, pero an así logra defraudarme
A pesar de las expectativas de mejora, la gestión privada del correo enfrentó serias dificultades. El Grupo Macri no realizó las inversiones necesarias para modernizar la infraestructura, los sistemas operativos y la flota logística. Esto generó un deterioro en la calidad del servicio y dificultades para competir con operadores privados internacionales. Esta situación se agravó con la acumulación de importantes deudas con el Estado argentino debido al incumplimiento de las condiciones del contrato, incluyendo la falta de pago del canon acordado.
Por otro lado, la reducción de oficinas y la disminución del alcance territorial del servicio postal generaron críticas por parte de los usuarios, especialmente en zonas alejadas de los grandes centros urbanos. Esto se sumó a problemas laborales, con despidos y precarización del empleo en el sector justificados con la premisa de la necesidad de eficientizar los procesos y desburocratizar la empresa.
Una nueva esperanza
En el 2001, en medio de la crisis económica del país, el Correo Argentino estaba al borde del colapso financiero. La empresa acumulaba una deuda millonaria con el Estado y tenía serios problemas para mantener sus operaciones. Es por ello que en 2003, el gobierno de Néstor Kirchner decidió rescindir el contrato de concesión y reestatizar el servicio postal, quitándole un negocio millonario al Grupo Macri iniciando así una de las disputas más importantes en la vida política del país durante el naciente siglo XXI.
La decisión se fundamentó en los graves incumplimientos de la concesionaria y en la necesidad de garantizar un servicio público esencial para todo el país. A partir de ese momento, el Correo Argentino pasó a ser gestionado nuevamente por el Estado bajo el nombre de Correo Oficial de la República Argentina S.A..
¿Qué nos dejó la privatización?
La privatización del Correo Argentino en los años 90 dejó un legado desastroso. Si bien se buscaba modernizar el servicio y reducir costos, la falta de inversión, el endeudamiento y la pérdida de alcance territorial evidenciaron los límites de la gestión privada en un servicio público estratégico. La experiencia del correo es vista como un ejemplo de las fallas de las políticas de privatización de esa década, marcando un punto de inflexión en el debate sobre el rol del Estado en la prestación de servicios esenciales.
El “correogate”
La Causa Correo Argentino tiene como protagonista al ex presidente Mauricio Macri y a miembros de su gabinete, quienes están imputados por presunta defraudación por administración fraudulenta y cohecho.
Esta disputa nace en 2016, siendo Macri presidente, cuando se propuso un acuerdo entre el Estado y la empresa para saldar la deuda, con Mauricio en ambos lados del mostrador. Este acuerdo fue cuestionado por la fiscal Gabriela Boquín, quien lo consideró perjudicial para el Estado, estimando que implicaba una quita del 98,82% de la deuda original.
En julio de 2021, la jueza comercial Marta Cirulli decretó la quiebra de Correo Argentino S.A., argumentando la falta de una propuesta de pago viable por parte de la empresa y la necesidad de proteger los intereses de los acreedores, entre ellos el Estado Nacional.
Actualmente, la causa penal continúa en curso, investigando posibles delitos de defraudación y cohecho relacionados con las negociaciones y acuerdos entre la empresa y el Estado. Este caso ha generado un amplio debate sobre la relación entre el sector público y privado, la transparencia en las concesiones y la responsabilidad de los funcionarios públicos en la gestión de los bienes del Estado. Los defensores de las políticas del ex presidente no opinan ni saben cómo posicionarse frente a una situación que los pone incómodos.
Los manejos turbios y poco claros de las privatizaciones en los 90´s nos regalan un nuevo caso que permite esclarecer, de a poco, cuál es el objetivo del gobierno actual que insiste tanto con volver a implementar este tipo de políticas. No solo no existen casos de éxitos sino que, como venimos analizando semana tras semana, cada vez que se privatizó una empresa que brinda servicios públicos en el país nada resulta como se esperaba ni se cumplieron los objetivos tan pomposos con los que se presentaron en las concesiones originales. El ejemplo de Correo Argentino es uno más de los tantos existentes, pero de los más claros de hasta donde puede llegar la voracidad y la mentira de ciertos sectores de nuestra política.
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